Por Arturo Ortíz, CEO de Grupo CIPI Protección, empresa líder en capacitación en seguridad.
Cuando se establecen políticas de seguridad pública, los especialistas se enfocan en la faz obscura: quienes son los delincuentes y cómo perpetran los ilícitos.
Sin embargo, cambiar el enfoque y analizar a esa gran porción de la población que no delinque puede conducir a un camino exitoso para erradicar los crímenes. Esto porque resolver problemas sociales, muchas veces requiere aproximarlos de forma diferente. Así conviene analizar las cinco razones por las cuales la gente no delinque y qué se puede hacer para fomentarlas.
Partimos de un dato contundente: el 90% de la población mundial no está ni estuvo involucrada en actividades delictivas.
El principal factor es que poseen valores y educación moral. La enseñanza de principios éticos desde temprana edad, como la empatía, respeto y responsabilidad, establece un fundamento sólido que desalienta la participación en actividades delictivas.
Por supuesto estos valores den fomentarse desde casa pero también a través de todas ñas instituciones mediante programas de divulgación y actividades proactivas en las que se den a conocer en las empresas, por ejemplo, como disminuir el robo hormiga en determinada planta productiva.
Por otra parte, la disponibilidad de oportunidades legítimas es esencial para prevenir el delito. Cuando las personas tienen acceso a empleos estables, educación, atención médica y otros servicios básicos, tienen menos incentivos para recurrir a actividades criminales como medio de supervivencia o búsqueda de satisfacción personal.
La solución por supuesto es fomentar políticas que generen empleo y oportunidades de emprendimiento para reducir las tentaciones de la delincuencia motivada por la necesidad económica. En general esto corresponde a políticas públicas pero como sociedad si se puede incidir en fomentarlas y apoyarlas si se realizan de manera equitativa y transparente.
Por otra parte, una comunidad sólida y cohesionada puede desempeñar un papel fundamental en la prevención del delito. La participación en actividades comunitarias, el apoyo mutuo y el establecimiento de relaciones positivas crean un sentido de pertenencia y respeto, creando un entorno menos propicio para la delincuencia.
Conviene entonces involucrar a la comunidad en asuntos locales y nacionales para fortalecer el sentido de pertenencia y la responsabilidad compartida.
Otra acción que desactiva la comisión de delitos tiene que ver con la existencia de sistemas de justicia efectivos y confiables. Cuando las personas tienen confianza en que los delitos serán investigados y castigados de manera justa, se reduce la tentación de cometer actos ilegales. Además, programas de rehabilitación y reintegración social brindan oportunidades para que los delincuentes cambien y se reintegren a la sociedad de manera positiva.
Entonces fomentar la cultura de la legalidad, exigir y procurar justicia, así como implementar programas de prevención del delito y de reinserción social para aquellos que cometieron faltas menores, permite una oportunidad de cambio y corrección de rumbo.
Finalmente, cuando se tiene acceso a servicios de apoyo, como programas de salud mental, adicciones y asistencia social, también se previene el delito. Cuando las personas reciben el apoyo necesario para hacer frente a desafíos emocionales, económicos o sociales, se fortalecen y encuentran alternativas constructivas a la delincuencia.
Por ende, fomentar e impulsar líderes ejemplares en todos los ámbitos de la sociedad, desde el gobierno hasta la empresa privada, fortalece la ética y responsabilidad.
Finalmente, todos conformamos parte de una cultura y nuestro rol es relevante para crear entornos más éticos y seguros para todos.
SEGURIDAD INTEGRAL/ Mirar a los “buenos”
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