Por Felipe Vega, fundador y director de CECANI; empresa de divulgación y capacitación de asociaciones civiles y otras figuras no lucrativas.
La sociedad civil puede promover la salud física, mental, social y espiritual para todos.
Esto implica reexaminar cómo los impulsores sociales conformados por la nutrición, educación, vivienda…construyen la salud en las personas y las comunidades fuera del sistema de atención médica tradicional.
Los movimientos sociales tienen propiedades colectivas y distribuidas, por lo que las personas lideran desde donde se encuentran, además de trabajar juntas.
Consideremos que todos los movimientos sociales tienen un fuerte aparato político para cambiar la política federal, estatal y local. Poseen mecanismos sólidos para recaudar más dinero y dirigirlo a las estrategias que funcionan. Incluso, tienen una incidencia directa en la legislación.
En el campo de la salud mental, por ejemplo, se populariza un sistema estadounidense de la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales que reúne a 17 de los principales gremios, asociaciones y organizaciones filantrópicas enfocados en la salud mental.
Se parte de una visión unificada: ¿Cómo se crean las condiciones comunitarias que dan lugar a la salud mental, que crea un sentido de pertenencia, propósito, oportunidad de servicio? Por supuesto, la visión común puede adaptarse a cualquier empresa social. No sólo traza rumbos de decisión, gestión y acción, también es un elemento de cohesión ante las irrupciones.
Y así como la ONG [organización no gubernamental], una CBO [organización comunitaria] o una organización filantrópica pueden incidir en la salud física y mental, también tienen un papel relevante en la salud emocional y la espiritual.
Estamos en una era de «policrisis»: económica, política, climática, así como continuos desafíos raciales…Debajo de todas ellas hay una crisis espiritual, presentada con una pregunta habitual: ¿Quién soy realmente?
Esta crisis existencial conlleva al desamparo que puede desencadenar conductas muy peligrosas. Por ejemplo, uno de cada tres jóvenes considera seriamente el suicidio. Tres de cada cinco están persistentemente tristes o desesperados. Esa es una crisis espiritual.
Sí, necesitamos proporcionar más acceso a la atención de la salud mental, pero no vamos a llegar a la transformación con más aplicaciones y nuevas empresas rentables. Lo vamos a conseguir si la gente se conecta y es capaz de acercarse y escucharse unos a otros. Ese es un acto espiritual, crear un espacio seguro para que alguien comparta sus luchas y alegrías.
¿Cómo creamos un lugar donde las personas tengan un sentido de propósito y un lugar para expresarse plenamente? Creo que así es como se ven la espiritualidad y la salud: pertenencia, un lugar para expresar un propósito, la capacidad de experimentar asombro y de servir. Traer de vuelta lo que somos de una manera significativa a nuestra comunidad. Esto es una corriente ascendente de nuestra salud mental y bienestar.
La sociedad civil organizada representa la acción para estar conectados unos con otros y con el mundo que nos rodea. Es lo que nos permitirá vencer la “otredad”, cimiente de enfermedades crónicas, soledad y dolor.
FILANTROPÍA/ Asociaciones civiles en pro de la salud
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